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miércoles, 17 de marzo de 2010

RÉPLICAS

Mi querida Ofelia

Gracias por tu llamada y tus animosas y generosas palabras. Son un jugo de maracuyá en el verano! Y tal como te lo explicaba al teléfono, sentir la presencia de los amigos en la distancia, entibia el corazón. Las llamadas o emails de Nico en España, Isidora de México, Juan Carlos de Perú, Rubén de Argentina, Mirna y Ariam de Cuba que, al igual que tú y tantos otros que han puesto cascabeles en mi “patiperrear”, me regalan ahora su cálida alegría en medio del espanto.

Ya debes saber que en Santiago, si bien los daños no son menores, nuestro barrio, La Reina, no padeció daños estructurales. Y la perdida de enseres y quebrazón de todo lo quebrable, tiene para mí la importancia de una pata de mosca.

Lo más angustioso fue la falta de luz que, de la mano de la falta de información y las continuas réplicas (que más que réplicas parecían otro terremoto más. Imagina que a la fecha llevamos 125 réplicas sobre 5 grados!!!), nos tenía con el corazón en vilo. Las noticias las oímos en la radio a pila de una vecina, en una oscuridad aterradora. A las cuatro de la mañana del día funesto, escuchábamos los detalles de la enorme destrucción provocada por el terremoto y el posterior tsunami y, más siniestro aún y sin querer convencernos de que pudiera ser cierto, la violencia del peor de los saqueos. ¿Qué nos sucedió, amiga? No logro explicármelo.

Este terremoto de casi 9 grados que ha asolado nuestro país (el 5º más grande desde que existen registros) no sólo destruyó nuestra hermosa geografía sino que fracturó las bases de nuestra supuesta cultura. Einstein dijo “Hay dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana” y día a día (tengo luz desde hace cuatro días) soy testigo de esta y tanta bajeza y ruindad ¿Sabes lo más indignante? Ver no sólo al delincuente que asola, roba e incendia, que a estas alturas casi te resulta esperable. Lo que resulta trágico y te revuelve el estómago es ver un hombre de cuarenta años en una espléndida 4x4, cargando plasmas y computadores!

En mis sesenta años me ha tocado vivir algunas “cosillas” que como diría mi nieto, han “empalidecido” mi corazón, pero esto me ha conmovido hasta los huesos y veo que en todos nosotros la ansiedad, la angustia y la peor emoción de todas, la impotencia, son los amos de nuestras vidas y han alienado a más de alguno. Mauricio Paredes, escritor chileno dice: “la alienación es el estado en que se ha perdido parcial o totalmente la condición humana. El error es confundirla con la locura. A un demente, puede que su percepción lo lleve a tergiversar severamente su entorno, pero sigue siendo persona. La alienación no es una enfermedad mental, sino la pérdida del alma. Es la decisión consciente, sostenida y sistemática de rechazar lo más profundo del propio ser. Se trata de alguien que elige no ser”. Yo creo que estas líneas describen muy bien la exhibición de unos pocos chilenos que nos han llenado de vergüenza y estupor…

Por fortuna, ha resultado consolador ver a todos aquellos héroes, anónimos algunos, otros con nombre y apellido, que nos colman de orgullo y esperanza. Mi querida Ofelia, te confieso que nunca como ahora, ver flamear nuestra bandera me había conmovido hasta las lágrimas.

No puedo evitar transcribirte algo que leí en uno de nuestros diarios y que sé que al igual que a mí, te traerá el aroma del algodón de azúcar a la salida de esa paupérrima escuela a la que asistimos:

Chile, fértil provincia y señalada
en la región Antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.

¿Lo reconoces? Sí, es El Canto I de La Araucana ¿No es hermoso? No lo había leído desde aquellos lejanos tiempos. Seguramente en aquellos años fue sólo una lección más. Hoy, son para mí, palabras colmadas de sentido.

¿Sabes? Es curioso lo que un mega sismo puede provocar. A lo que ya te mencionaba, debo agregar el derrumbamiento de prejuicios y temores enquistados en cuerpo y espíritu. Antes del sismo, la sola palabra “milico” nos ponía un sabor a candado en la boca. Para todos nosotros (de un polo u otro) eran “algo” que había que soslayar; casi pasarles de costado. Sin embargo hoy no son milicos, son militares. Militares que han tenido un papel fundamental en permitir recuperar el espíritu cívico. Definitivamente han sido el dique contra el pillaje, la ruindad y el caos…

Como ves amiga mía, este desastre ha hecho del miedo un compañero inseparable, pero creo que también ha logrado que todos nosotros reflexionemos, desafiándonos a ser capaces de lograr oponer al horror vivido por nuestros hermanos, la generosidad y el espíritu solidario, reencontrándonos con los valores tantas veces olvidados.

No quisiera terminar esta carta sin hacerte un regalito. Como sé que estarás clavada ante la pantalla cada vez que nombren Chile, no debes perder una entrevista muy especial. O, mejor aún, puedes buscarla en Internet y verla con calma. Te dejo la dirección

http://www.youtube.com/watch?v=AZwF7H0oyrY&feature=related

Verdaderamente es un video extraordinario. Un chiquito de 7 u 8 años, llamado Victor, hijo de un pescador de una caleta totalmente arrasada por el mar, que nos habla desde su inocencia con una gallardía que no he visto en muchos adultos. “¿Sabe cómo me salvé yo? A pata pelá y en calzoncillos, pero aquí estoy…¿Sabe qué quiero? Quel negocio del benja, (su amigo de “toda la vida”) que se lo llevó “la mar”, lo recupere, y su escuela y a pesar de que la comida que le daban allí era asi..rara, los porotos negros sin sabor, los “tarallines” pegaos, la quiere más grande y más linda ¿Y qué mas? Necesitamos “zafradas” para abrigarse…
Es conmovedor oírlo cuando dice “y lo último que les voy a decir es que le digan a ese caballero ¿Cómo se llama?
-Sebastián Piñera
-Ese mismo! Que nos traiga ayuda porque los camiones cargados con “custiones” pasan zuuummm y no paran aquí

Esta criatura que sueña con Susana, la niña que le gustó “hace tiempo” porque tenía linda cara y su “hablamiento que le gustaba tanto”, este niño, digo, es una muestra maravillosa de lo que surge cuando a estas díscolas placas tectónicas se les ocurre bailar.


Amiga mía, hasta aquí no más llego. Acaba de haber una réplica nada simpática y, si la luz me abandona, esta carta no llegará nunca.

Que las fuerzas del tigre nos acompañen y la sonrisa no nos abandone.

Rebeca

miércoles, 3 de marzo de 2010

Un terremoto y dos tragedias

Hijo mío,

Espero que nuestra breve conversación telefónica te tranquilizara. Fuimos afortunados de poder comunicarnos, aunque brevemente, dentro de esta locura...Oír tu voz fue una inyección de fuerza. Algo así como una vacuna para el miedo.

Ahora, ya más serena, me dispongo a escribirte. Te pido disculpas si te parezco un poquito incoherente. Mi incapacidad para expresar lo que siento me frustra. Es como estar prisionera de mi cuerpo y mente. Esta pesadilla a la que nos enfrenta la madre naturaleza, no sólo en la devastación de nuestro territorio, donde tierra y mar mostraron su furia; esta naturaleza en cólera desgarradora, nos encara además a nuestro “enemigo interno”; nos hace tomar conciencia de que el hombre puede ser el animal más destructivo, peligroso y cruel del reino animal.

Hijo mío, créeme, no exagero. Creo que humillados por la naturaleza, surgió lo peor de nosotros: la desconfianza y el recelo, el individualismo, la exaltación del ego, el consumismo llevado a la locura, sumiéndonos en una barbarie incomprensible. El fracaso de las autoridades ante el derrumbe de los diques del individualismo, la ética, la moral, capaz de transformar a un joven de veinte años en un depredador feroz e incendiario, con carencia absoluta de solidaridad para aquellos devastados por la tragedia…

Perdóname hijo mío, debo parecerte muy dramática. Tu que sabes de mi alegría y sentido del humor, a días de esta tragedia hay una parte de mi espíritu congelada. Y a mis sesenta años tomo conciencia que no he perdido mi capacidad de asombro. Yo sé que los seres humanos somos una mezcla de bondad y maldad. Y precisamente por ello, me conmueve la aparición de aquellos héroes anónimos, los Jonathan Ulloa, los Joel Alarcón que comparten y organizan la entrega del agua. O aquella doña maría (¡que bien puesto el “doña”!) que organizó a su cuadra para compartir con sus vecinas la sopa de pan y unos cuantos pescados que irónicamente dejó el mar al retirarse. Ni hablar de la pequeña niña de la isla Juan Fernández que, a pesar de su miedo, tocó la campana de alarma que salvó tantas almas.

Sé que los días nos irán mostrando más de estos seres valiosos para consolar el espíritu y retomar la esperanza. Me aferro a ello para enfrentar la visión caricaturesca y vergonzosa de nuestros prejuicios, de nuestra ignorancia, de esta brutalidad que se ha desatado y que me tiene desolada.

Siento la presencia de Rudra, el dios de la mitología hinduista, el más temible de sus dioses, el violento que castiga a los pecadores. ¿Será nuestro pecado consumir, en lugar de reforzar nuestros principios éticos?

Te amo profundamente hijo mío. Gracias por regalarme tu voz en la distancia. Ello, junto al abrazo calientito de tu hermana Martina y la sonrisa temblorosa de tu sobrino Baltasar son mi bálsamo para recuperar la risa.

Te ama

Mamá