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jueves, 17 de diciembre de 2009

Carta recordatorio...

Querido hijo,

Ayer hablé con Susana (hablé por teléfono, ni te figures que usé el famoso Skype. Esa cosa la pueden usar tú y tu hermana. A mí déjame con mis medios “anticuados” como dices tú) y me contó que las cosas no están muy bien con Agustina. Puedo imaginar tu cara descompuesta, pensando que qué tiene que meterse esa vieja en tu vida y menos, venirme con la copucha a mí. Bueno pues, te diré que tiene todo el derecho del mundo; no necesita más pasaporte, que el quererte (algún día entenderás los privilegios que da, haberte cambiado los pañales).

Bueno, estaba yo diciéndote lo que me dijo Susana. No te preocupes, tampoco me dijo mucho más allá de que están pasando por un momento difícil. “Se ve que Pascal estudia mucho, tiene unas ojeras del porte de mi bolsa para la feria y está flaquito, flaquito. El pobrecito se consiguió un trabajo de medio tiempo para compensar la beca escuálida que le dan”. Cosa que -era que no-, aprovechó para enrostrarme un “Ése es tu gobierno”. Por supuesto que no me enojé. Ya sabes cómo es ella. Yo me río no más de esa vieja a la que adoro como a una hermana. También me dijo que Agustina anda de un genio insoportable. Que sólo una vez se le ocurrió proponerle ir a visitar el Moma y que no paró de quejarse durante dos horas. “Tan niñita y tan amargada. Mira que yo la encuentro un estupendo partido para Pascal, al que espero le quite esas ideas medio comunistoides que tiene, pero la verdad es que me chocó su actitud. Si es así buena y sana, ¿qué va a ser de ella cuando tengan hijos?”

Y qué quieres, con todo lo que me contó, me quedé preocupada. Sí, ya sé, me lo has dicho mil veces: si hubiera algo importante, me lo dirías. Y no lo dudo. Lo que pasa es que lo que tú consideras importante, no siempre coincide con lo que para mí lo es. Te doy un ejemplo. ¿Te acuerdas de Giorgio, el loco? ¿el italiano ése, que era nuestro vecino cuando vivíamos en Duble Almeyda y en verano tu le pedías permiso para sacar ciruelas ácidas y te tenía una paciencia infinita para las 300 veces que le tocabas el timbre para ir a buscar tu pelota? ¿ese que hacía que tu padre hirviera con sólo verlo, mientras yo me moría de la risa por las galanterías y descaro de uno y los celos fieros del otro? Bueno, me lo volví a encontrar. Más adelante te contaré detalles, por ahora no quiero desviarme del tema. La cosa es que el loco de Giorgio el otro día dijo algo que me dejó los pelos de punta y que no me he podido sacar de la cabeza. “Mirra Rrebeca, no hay que perrderr de vista lo imporrrtante. El pan nunca es duro. Lo duro, es no tener pan”. La frase la dijo en el contexto de una conversación a propósito de este mundo despiadado en que vivimos, pero también le hallé sentido pensando en ti.

Hijito, no quiero entrometerme en tu vida. Tú conoces mejor que yo, el stress que padeces. Y que, de hecho, fue de las tantas cosas que conversamos antes de que partieras a hacer tu doctorado. Ambos sabíamos lo difícil que sería. Tampoco pretendo que te ahorres dificultades; sé lo bien que hacen, para templar el espíritu. No se te ocurra pensar, ni por un segundo, que te prefiero arropadito en la casa viendo televisión. Sé que, con tu sólo título trabajando aquí, tendrías una pantalla de LCD del porte del muro y a Agustina feliz con una casa en La Dehesa. No, te cacheteo ahora mismo si me ofendes pensando que eso quiero para ti (como diría tu padre, ya me puse a pelear sola. No importa. Prefiero correr el riesgo de pelear por las puras, que dejar pasar la más mínima posibilidad de que consideres a tu madre una tarada).

No. Yo lo único que quiero es…que no cejes en tu sueño. Y para eso, debes tener bien clarito, cuál es. Yo lo sospecho, pero sólo tú tienes la respuesta. Te juro que me da lo mismo si estás más flaco que el canto de la puerta o debes cargar a dos manos tus ojeras para no tropezarte con ellas. Para mí todo esto, no es más que un momento ingrato, de los muchos que te tocarán en la vida. Digamos que, por ahora, el pan que te comes no está recién horneado. Pero es pan. Pan para tu alma. Lo único que te pido, es que no te olvides de por qué estás allá; mantente aferrado a tu sueño, no importando qué o quienes, intenten disuadirte.


Un beso,

Mamá

PD: Corazón mío, ya están apareciendo las primeras alcayotas. Apenas bajen de precio, me voy a poner a hacerte mermelada. No sé cómo !*#"&%#!!!! te la voy a mandar, porque con lo del terrorismo internacional, en el correo andan de lo más pesados; que no se pueden mandar cosas líquidas, ni frascos, qué sé yo. Veremos qué se me ocurre. Ya sabes que cuando algo se le pone en la cabeza a tu madre, no hay quien la pare.

2 comentarios:

  1. Quiero máaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssss!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Ta muy buena esta Rebeca, díganle que la quiero mucho. Me cae bien esta eñora.

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  2. Bru Rebe, todas queremos masssss, asi es k porfa a continuar. Todo lo que somos es el resultado de nuestros pensamientos por lo tanto como siempre sigue pensando para k otros nos entretengamos, a bajarse un rato de la escoba y a seguir escribiendo. Uno se pone vieja demasiado tarde, entonces, Vieja, No tarada, Bruja, Rebeca y ecceteras ( te gusto esa palabra), continuaaaaaaaa.

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