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miércoles, 3 de febrero de 2010

El corazón cambia de color

Mi amado Pascal

Es casi medianoche, pero no quiero esperar a mañana para escribirte. Hoy ha sido un día embriagador y aún tengo mi humanidad llena de risas. No podría dormir sin compartir contigo este viernes mágico ¿No te parece curioso además, que sea viernes? Día de Venus. Venus es la diosa que aporta vivacidad a la psique; una vivacidad que imbuye a la vida de amor y belleza y que potencia la capacidad de vivir el presente. Y ese fue el regalo que recibí.

No sé si sabes, pero llegó nuevamente a Chile el Royal de Luxe, la compañía francesa que tiempo atrás (el 2007, me parece) trajo a “La pequeña gigante y su rinoceronte”. Este año, la pequeña gigante, de seis metros y media tonelada, venía con su tío, el señor escafandra de casi doce metros y dos y medio toneladas.

El espectáculo partía hoy viernes a las 11:00 de la mañana y, claro, tu hermana Martina –organizada y generosa- no iba a privar a Baltasar de ver ese espectáculo. Tu sobrino apenas pudo dormir anoche, de la pura emoción de saber lo que le esperaba. Pasaron por mí temprano y figurábamos a las 9:00 de la mañana en el Parque O’higgins. Optimista como siempre, yo juraba que seríamos las primeras, pero había miles de personas ya instaladas y empezó a hacer un calor que derretía hasta las buenas intenciones. ¡Un sol feroz y la aturdida de tu madre sin sombrero! No había ni una pequeña nubecita ni un árbol disponible. Así es que nos resignamos a aceptar que pretender sombra en ese tumulto era como querer acunar una gallina!

Felizmente -y como siempre-, el ingenio y creatividad de nuestros vendedores populares una vez mas fueron parte del espectáculo: desde quitasoles gigantes, sombrillas chicas de todos los colores y tamaños, abanicos idem, mini ventiladores a pila, lentes de dudoso origen, sombreros y sombreritos y, lo mejor de todo, “biticulares”! En fin, de un “cuantohay” variado y generoso. Sí, y digo generoso, pues gracias al afortunado encuentro con la “Reina del Quitasol”, tu madre no terminó rostizada en el parque! Agrega a lo anterior, la oferta comestible cantada en los más variados ritmos!

Después de esperar dos horas más o menos, el barco en el cual dormía la muñeca hizo sonar su sirena…y todo el parque fue como un gran suspiro. La muñeca fue despertando lentamente y a cada uno de sus pestañeos y dulce sonrisa, seguía una algarabía. No exagero, si te digo que entre los que estábamos presentes se produjo una comunión, apoyada en la fascinación que sentíamos. Todos dejamos de ser quienes éramos. De un minuto a otro, nuestras angustias y preocupaciones quedaron suspendidas. La muñeca nos daba una segunda naturaleza (o acaso, nos devolvía a la verdadera); sus inimaginables movimientos provocaban en los presentes una metamorfosis que nos daba refugio, disolviendo las clases, las jerarquías, fundiendo las edades en un acto mágico...

En este mundo actual, hijo mío, donde todo es “economía de mercado”, “rentabilidad”, “índices financieros”, “tasas crediticias”, “intereses de retorno” y un largo etcétera, con una tecnología cada vez más invasiva y casi descontrolada, esta maravillosa muñeca, nos llenó de sonrisas amistosas. Sus ojos fueron capaces de despertarnos la ternura (ese sentimiento tan desprestigiado en nuestros tiempos) y sus manos de madera nos devolvían la inocencia.

¿Y sabes que fue lo más maravilloso? Que aunque a estas alturas del día yo había adquirido un fascinante tono de piel rojo furioso, Baltasar me miró con sus ojos de canela y dijo: Abu, estoy tan emocionado, que se me puso el corazón pálido. Esa frase, hijo mío, valió el rostizado. Agotados, volvimos a casa. Yo, colorada como jaiba, pero todos, con el corazón alegre y mariposas en los pies!

Pero, la historia no termina ahí (ya sabes como son los dioses de caprichosos: a veces no sabes de ellos en meses y sientes que tu vida es un desierto. Y de repente se dejan caer en pleno, generando un verdadero torbellino en tu vida, como si quisieran llenar tu cantimplora de emociones y vivencias para hacer llevadera la espera hasta su próxima visita. En este caso, Venus –dadivosa ella- me tenía un regalito más).

Ya en casa, Baltasar cayó rendido y durmió una larga siesta (durmió, como sólo duermen los niños). Martina aprovechó ese tiempo para ponerse al día de todas las cosas que una madre joven y profesional tiene en su agenda; un potpurrí que va desde terminar de revisar un informe de 150 páginas, responder 74 correos, mandar otros 25, tomar hora para el pediatra, ir al supermercado, mandar a reparar los patines de Baltasar y llevar el auto al mecánico. Hasta se hizo el tiempo de pasar a ver cinco minutos a su amiga Trini que se acaba de separar y está deshecha (estoy segura de que el abrazo de Martina logró sacarle una sonrisa).

Mientras tanto yo figuraba aplicándome todas las cataplasmas, compresas y “secretos de naturaleza” para aliviar mi piel color morrón. Por fortuna, tipo siete de la tarde, mi cara se había deshinchado lo suficiente como para sonreír sin aullar. Mi expectativa para entonces, era tomar una ducha fría e irme a la cama. Pero como sabes (o deberías saber), uno propone y los dioses disponen: una querida amiga me llama para invitarme al teatro. Tú sabes cuanto admiro a los artistas. Soy una convencida que ellos son fundamentales en la cultura y - aunque no lo creas-, en la salud de un país. Así es que, difícil como soy, dije que sí al tiro!

En un dos por tres me arreglé y a las nueve de la noche me volaban las mechas en mi avispón negro cruzando santiago. Llegué a tiempo a un teatro pequeño donde penaban las ánimas, lo que no era muy estimulante. Cuando mucho y con suerte, debíamos haber una doce personas sentadas en nuestras butacas, esperando que empezara la obra “Ventrilocas”. El espectáculo lo hacía una actriz y adivina…una muñeca!!! Debo decir que es una lástima que el público no hubiera sido una multitud. Créeme Pascal, hacía años que no veía a una artista de ese nivel de perfección, capaz de ponerme el corazón pálido de emoción…

Esta actriz –Claudia Candia- nos regaló una preciosa hora y media, con una voz conmovedora, cantando maravilloso y qué decir de su trabajo de ventriloquia: simplemente fuera de serie! Su muñeca hermosa, coqueta, provocativa. El dialogo entre ellas gracioso e irreverente. ¡Era imposible no entrar en su juego! Yo siempre digo que el juego es la única instancia en que el hombre está al 100%. El juego prolonga la vida síquica de las personas. Así es que no te preocupes por tu madre: si bien tengo 60 años cronológicos, confirmo cada día que tengo 20 en el alma!

Hijo mío, no te aburro más. Que las fuerzas del tigre te acompañen y la alegría sea tu paraguas.

Te ama

Mamá

4 comentarios:

  1. Rebeca,
    Me encantó tu carta pues encierra esa enorme sensibilidad de ver el arte hasta sentirlo, al final de la tarde solo te trae felicidad y armonía, cuando leo estas líneas reparo en el largo camino que tengo por recorrer mirando más a los lados que para el frente, para mi ya es hora de hacerlo.
    un abrazo

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  2. Nunca he visto a la gigante y siento que la vi gracias a tus palabras. La ternura es ese sentimiento que se olvida y tienes razón. Porqué se olvida algo tan lindo?. Por ese miedo absurdo a pasar por un perdedor sentimental, que se yo. Firme en la lucha contra los dinerenses que tratan de matarlo todo. Viva Lilliput.

    Manuel Grillón :)

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  3. Mi querida Rebeca:
    Hace ya dos semanas que la ví por la señal internacional de tu televisora, y sabés?
    Como se han ganado la capacidad de disfrutar.
    Mirá, eso de que miles estén en las calles por el paso de la fantasía, solo a Uds les ocurre. No sabés cuanto deseo reencontrarnos para charlar. No parés de asombrarnos.
    Un abrazo
    Rubén

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  4. Rebe:
    Que violento lo que ha pasado.
    Como estás vos? Contá con todos tus amigos.
    Un abrazo
    Rubén

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