Powered By Blogger

martes, 5 de enero de 2010

¡Baratas unidas, jamás serán vencidas!

Querida y recordada Ofelia

Tu carta me llegó ayer y me apresuro a responder… es mágico reencontrarte y me hace profundamente feliz ¿cuántos años de amistad? Que no se entere nadie pero, amiga mía, “medio siglo”, y estos dos años que te fuiste al extremo del mundo, cerquita del polo norte, me hace sospechar que tu motivo fue conservarte en frio!

Es curioso el ser humano. Como decía Octavio Paz “¡el hombre es un olmo que da peras increíbles!”. Recuerdo nuestros juegos cuando niñas, en esa tierra más seca que el alma del despiadado ¿qué edad teníamos? Siete u ocho años y el desierto era nuestro patio de juegos ¡maravilloso desierto! Con ese cielo que nunca he vuelto a ver en otro lugar, ese sol pampino que derretía hasta los malos pensamientos… claro que entiendo tu nostalgia! Pero sé también que las nieves canadienses se hacen leche tibia si estás con tu amado.

Me conmovió que aún sigas fanática de todo tipo de pájaros. En el desierto, los únicos “pajaritos” que veíamos eran los jotes más grandes que nosotras!

Estoy tan contenta que desvarío un poco… pero lo más importante: no quiero que nunca perdamos este puente que creamos tú y yo. Ambas necesitamos mantenerlo, a pesar del tiempo y la distancia… Ya verás como ambas construiremos un cordón poderoso que nos mantendrá erguidas, fuertes y sanas. Te lo recuerdo especialmente por aquello que mencionas en tu carta, donde me dices que estás “sufriendo una enfermedad”. Déjame decirte algo amiga mía: tienes una enfermedad, no sufres una enfermedad.

Una enfermedad es algo hostil, un enemigo que no discrimina e irónicamente es también una forma dolorosa de estar viva. Además, cuando en la enfermedad empiezan a surgir las emociones del pasado, entiendes que durante años has estado rechazando sentimientos y emociones profundas, de culpa, rabia, tristeza, ira, y un largo etcétera. Por ello, luchar con la enfermedad, requiere de la sanación de tu niña interior.

La niña interior es alguien con quien debemos aprender a comunicarnos, conocerla, amarla y protegerla. Cuando eras niñas pasaron muchas cosas que te lastimaron y tú lo sabes perfectamente pero nunca se te permitió expresarlo. De hecho, toda nuestra cultura nos enseña a reprimir emociones. Hay algunas personas que lograron cicatrizar sus heridas y otras, como nosotras, tenemos las heridas aún abiertas y eso a la larga enferma. Es necesario revivir el pasado para terminar con él, entender que las emociones son la base de la fuerza y no de la debilidad.

Se nos enseñó además, a sentir vergüenza de nuestras emociones, cuando en realidad la vergüenza es el permiso para ser humano, es una emoción que marca limites, la que nos enseña a pedir ayuda, a saber que somos falibles. Mi amado Nietzche decía: “la vergüenza es la salvaguarda del espíritu”.

Por ello, amiga adorada, trabaja las emociones de tu niña interior. No es grato ya lo sé. Entrar en contacto, cuando se fue abandonado, desdeñado o maltratado, es doloroso... pero poquito a poco irás sanando y verás a esa niña interior que fue confundida y no vista, siendo ella maravillosa.

Trabajar con las heridas propias y nuestros dolores hará que llegue el momento de terminar asuntos inconclusos. Curando el pasado te conviertes en una creadora. Para ello, los Dioses han puesto en ti una chispa divina, para que la hagas crecer y ser cada vez mejor ser humano. No olvides, además, que tu eres madre, y esta es una tarea muy dura, la más difícil y dura tarea que nos toca ejecutar, y la mayoría de nosotras está muy mal preparada para ello, por tanto, es una razón más para curarnos a nosotros mismos y luego compartir con ellos lo que aprendimos.

Dedícate a ti Ofelia, absolutamente a ti. Los Dioses nos dan lo que necesitamos, no siempre lo que deseamos y es para enseñarnos- Ah, y por supuesto, usa esa herramienta maravillosa que es el humor -ese humor negro, negro, negro que nos caracterizó siempre-. ¿Te recuerdas que decíamos que éramos tan malas por reírnos de todo y todos, que cuando nos reencarnáramos lo haríamos en baratas?! Pues bien....sigamos haciendo méritos! (se me acaba de ocurrir que esta enfermedad tuya tan rara, a lo más te hará una barata overa!).

Bromas aparte, amiga mía, tienes un hombre bueno que te ama; con defectos claro, el peor de todos ser canadiense, que se llevó ese tamarugo maravilloso a Canadá. ¡¿Por qué no podías enamorarte de un chilote, aymara, pascuense o un huaso talquino por ultimo?!

Un abrazo enorme y que tu sonrisa sea tu mejor escudo.

Rebeca (Barata inquebrantable)

2 comentarios:

  1. Rebe, ché.
    Perdoná que me entrometa otra vez.
    Las baratas como vos y yo no tenemos nacionalidad, querida. Somos universales, pero perdoná,creo que la otra barata algo de razón tiene, no?.
    Una enfermedad, aqui?, se "SUFRE", y andá, que si no, no te llevan de apunte.
    Cuidáte del Tano!
    Chau Rebe

    ResponderEliminar
  2. Brugi, ya voy acortando las palabras, tu las inventas, un dolor o enfermedad no se sufren se gozan, como tambien el humor negro. Mi felicidad consiste en amar lo k se tiene y no sentirme mal por lo que no tenemos.

    ResponderEliminar